viernes, 10 de febrero de 2012

4. SOPORTES DE LA EDUCACION AMBIENTAL

La Educación ambiental requiere de tres soportes fundamentales para lograr sus objetivos. De una parte, la investigación que aporta el conocimiento de las condiciones del entorno. De otra la participación ciudadana que le permite orientar la formación de individuos y colectivos para participar en procesos de gestión y en tercer lugar la coordinación interinstitucional e intersectorial que le brinda la posibilidad de unir intereses dispersos para lograr objetivos comunes.

La Investigación

Con el conocimiento del entorno natural, social y cultural, se promueve un proceso hacia el cambio de actitudes, que permite la construcción de una escala de valores, la formación en la responsabilidad y la ética ciudadana y que motiva a la población a tomar decisiones para la solución de los problemas regionales y locales, actuando responsablemente.

Pero estos cambios solo son posibles mediante un conocimiento profundo de la realidad, factible de lograr mediante procesos permanentes de investigación. Por lo cual, la investigación se considera un pilar fundamental en el avance y consolidación de la Educación Ambiental, como propósito nacional.

“La reconstrucción de la armonía entre el hombre y la naturaleza en nuestro país, obviamente implica empezar por conocer las peculiaridades del medio en el cual nos corresponde vivir. Esto lleva a investigaciones científicas independientes, dirigidas a conocer la intrincada realidad natural y nuestro desenvolvimiento social y cultural. Ello puede hacerse dentro del marco de una concepción holística y sistémica que advierta sobre la inconveniencia de generalizar los conocimientos de un fragmento de la realidad a toda ella” (Mora y Fals Borda. 2002:11)

En este contexto, nuestro país, tan rico en diversidad natural y cultural, tiene elementos valiosos que aportar en el tema ambiental, sobre el conocimiento y manejo adecuado de los “Tesoros biológicos y culturales”: la selva amazónica, la diversidad de animales y vegetales o las diversas culturas, fruto de experiencias multimilenarias (Morín, 1993), verdaderas potencialidades regionales. La Universidad en particular puede contribuir con la investigación del medio tropical, la historia de las gentes y su cotidianidad, lo mismo que la recuperación de los mitos y leyendas así como del folclor regional, con el fin de conocer lo que se tiene para valorarlo y defenderlo como patrimonio de las presentes y futuras generaciones.

La Investigación ambiental reconoce el papel del conocimiento tradicional que aportan las comunidades indígenas, así como el “dialogo de saberes”, el cual promueve una perspectiva nueva que abre la investigación a formas diferentes de las consideradas tradicionales y señala herramientas importantes basadas en la participación ciudadana, como son la investigación – acción – participativa.

La interdisciplina y un paso más allá, la transdisciplina, son las formas más acertadas para abordar lo ambiental desde la investigación, pero esto no es fácil, como señala Morin: “Nos enseñaron a hacer cortes y distinciones en el tejido complejo de lo real, a aislar las disciplinas... mientras que hoy la ciencia de la tierra y la ecología muestran que una unificación disciplinaria es posible, los resultados de las ciencias ecológicas nos muestran que contrariamente al dogma de la hiperespecialización, hay un conocimiento organizacional global, que es el único capaz de articular las especialidades complejas” (Morin, 1997:6)

Estamos en mora de adelantar de manera amplia la investigación interdisciplinaria, para adentrarnos en el terreno de la complejidad que nos invita “a afrontar con la mayor valentía posible una visión no reduccionista y no simplificante, explícita y consciente, en la que se acepta que vivimos en un mundo pleno de variables e interrelaciones, que nuestra visión no es nada diferente a una percepción subjetiva, y que lo que llamamos causa es siempre el efecto de algo más, que a su vez está interrelacionado con otras variables” (Carrizosa, 2001:26) y con estas herramientas dar respuestas a los graves problemas que nos aquejan. En palabras de Edgar Morin: “Así, mientras más multidimensionales devienen los problemas, mayor es la incapacidad para pensar su multidimensionalidad; mientras más progresa la crisis, más progresa la incapacidad de pensar la crisis, mientras más planetarios devienen los problemas, más estos devienen impensables. Incapaz de pensar el contexto y el complejo planetario, la inteligencia ciega nos hace inconscientes e irresponsables. Ella deviene mortífera”. (Morin, 1993:187)

Esta nueva perspectiva interdisciplinaria unida al pensamiento complejo, a la vez que facilita el trabajo en red, permite consolidar equipos de investigación con propuestas creativas y novedosas, renovando esquemas tradicionales e incentivando la formación de grupos de investigación que respondan a los retos planteados actualmente, por la sociedad globalizada de hoy.

La Participación

La Constitución de 1991 otorga una serie de derechos a los ciudadanos con sentido democrático, que solamente se pueden ejercer a través de la participación en los asuntos que los afectan individual y colectivamente. La participación es un concepto político que permite a la ciudadanía hacer parte en la toma de decisiones en las diferentes dimensiones que le atañen.

En este sentido, “ la participación constituye un proceso continuo, colectivo y de largo plazo, que debe permitirle a los actores acopiar y procesar la información necesaria y convertirla en decisiones concretas dentro de procesos determinados” (Ministerio del Medio Ambiente, 1999:86)

La información se constituye en elemento importante para la participación, porque la información otorga poder a las comunidades en la toma de decisiones acertadas frente a sus problemas ambientales y les permite cambiar su papel de simples observadores al de actores en la construcción de su propia realidad.

La participación ciudadana busca consolidar procesos de democracia participativa a través de:

  • Veedurías ciudadanas
  • Capacitación comunitaria en acciones populares.
  • Acciones de cumplimiento y de tutela en materia ambiental.

Los derechos colectivos que pertenecen a la amplia categoría de los derechos humanos, son los que reconocen y protegen los intereses de grupos de personas o de la comunidad en general.

El derecho a un ambiente sano, consagrado en la constitución de 1991, se vislumbra como elemento fundamental para garantizar la vida digna de todos los Colombianos. Su adecuada protección permite el desarrollo económico y social presente y futuro de la población y el manejo adecuado de los recursos naturales, logrando su aprovechamiento sin perjudicar el disfrute de los mismos, por parte de las futuras generaciones.

Es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, fomentando la educación para el logro de estos fines8.

Se puede participar, mediante derechos colectivos de las siguientes maneras:

  • Denunciando los casos de violación de estos derechos.
  • Utilizando los mecanismos legales para su defensa.
  • Presentando proyectos que los promocionen.

Para una efectiva participación es necesario capacitar en un nuevo modelo de ser ciudadano, que implica su intervención en la identificación del problema, formulación, ejecución, asesoramiento y evaluación de las alternativas de solución, porque son los grupos locales los directamente afectados por los problemas ambientales. En este contexto es posible y necesario que los organismos públicos se articulen con los colectivos organizados, para contribuir a la solución de los distintos problemas ambientales regionales y locales.

Coordinación Interinstitucional e Intersectorial

Un tercer soporte de la Educación Ambiental lo constituye la coordinación Interinstitucional e Intersectorial que permite lograr los mejores resultados, con la concertación de los diferentes sectores e instituciones, uniendo diferentes esfuerzos dispersos alrededor de objetivos comunes.

La descoordinación en las acciones que llevan a cabo las instituciones, ha traído como consecuencia la duplicación de esfuerzos, la poca racionalización de los recursos y la atomización de las actividades.

El manejo de la problemática ambiental es competencia de todos los actores involucrados, por lo cual se requiere de escenarios donde la participación y coordinación, puedan manifestarse a través de la concertación.

El concepto de concertación está íntimamente ligado al de democracia y no se puede desconocer la presencia del conflicto. Existiendo éste, las partes los administran, los negocian y finalmente llegan a acuerdos, a partir de voluntades de consenso, que a su vez implica capacidad para poder renunciar a ciertos intereses individuales, con el objeto de lograr acuerdos compartidos. Es a partir de allí, que es importante la actitud concertadora de los actores, como un elemento de fortalecimiento democrático.

Para adelantar cualquier tipo de trabajo en Educación Ambiental, además del aporte interdisciplinario, se requiere la colaboración de las diferentes instituciones y organizaciones que operan en la región, a quienes cabe la responsabilidad en el manejo adecuado de su entorno. La coordinación interinstitucional e intersectorial permite optimizar los recursos humanos y financieros de las diferentes instituciones y sectores de la sociedad para lograr mejores resultados en los procesos de Educación Ambiental.

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